Somos lo que pensamos

Somos lo que pensamos

image

Nuestra mente no para de trabajar, unas veces conscientemente y otras no, pero está dispuesta los 365 días del año y a todas horas, incluso cuando dormimos.

Pero no todo lo que pensamos es real o racional, solemos distorsionar la percepción y caer en los llamados “errores de pensamiento o ideas irracionales” que se arraigan o fundamentan, en nuestras creencias o valores y que pueden potenciarse cuando estamos pasando por momentos difíciles, momentos de inestabilidad emocional, o cuando nos vemos superados por las circunstancias propias o ajenas.

Estos pensamientos o creencias se van incorporando desde nuestra niñez y van forjando nuestra personalidad a través de esquemas o guiones que nos sirven para movernos por el mundo, por tanto, una vez instalado un pensamiento en nuestros esquemas, lo damos por bueno y ya no lo discutimos, al contrario, los usamos para filtrar todo lo que percibimos y dar valor y significado, a lo que nos ocurre, por ejemplo, cuando alguien que comete un error o un olvido, piensa “soy un estúpido”, o cuando nos ha dejado o hemos dejado a nuestra pareja y pensamos “ya nadie me va a querer”, o cuando alguien por tener sobrepeso o problemas de conducta alimentaria piensa “estoy gorda y horrible”, o cuando te pones a hacer una tarea y piensas en términos de “bien o mal, todo o nada, perfecto o imperfecto”, etc.

Las creencias más habituales suelen ser del tipo: “no puedo soportarlo, esto no debería ocurrir, siempre que me pongo a hacer algo, fracaso, nada funciona, esto debería ser más fácil, debería haberlo hecho mejor, para ser uno valioso tiene que ser muy competente, es más fácil evitar que afrontar ciertas responsabilidades, es mejor depender de alguien que sea más fuerte y en quién confiar, etc.

Los pensamientos racionales son aquellos que nos hacen sentirnos bien, nos permiten disfrutar de nuestros gustos o deseos, y los irracionales son rígidos, absolutistas, inflexibles como los “deberías, las obligaciones, que pasará, y si…..,etc”.

Recuerda, no son las personas o las circunstancias las que nos hacen sentirnos bien o mal, son las interpretaciones que hacemos a partir de nuestros pensamientos y/o creencias y éstos, influyen sobre nuestras emociones y éstas, sobre nuestra conducta.

Estos pensamientos o creencias se hacen más fuertes y virales cuando padecemos una depresión, ansiedad, duelo, tenemos una adicción, trastorno de la alimentación, etc.

Si estás pasando por un trastorno de conducta o problema psicológico, pide ayuda para resolverlo, podrás transformar esos pensamientos erróneos o creencias irracionales por otros más adaptativos que harán que cambies la forma de verte y de sentirte a ti mismo, a los demás y al mundo.